Y un día, volví a New York.

Hace poquito menos de 2 años que volaba por última vez... 

Todo en el medio fue pandemia.

Ya les había contado cómo resolví mis viajes cancelados de 2020 y del viaje que quedó pendiente. El dinero que había quedado guardado en la agencia de viajes seguía ahí, devaluándose.

Así que, finalmente, me decidí y cambié mi crucero 5 estrellas por un vuelo a New York. Y resultó que la primera opción de aerolínea que me ofrecía Madalina (la recuerdan, ¿no?) era con United, una de las aerolíneas que siempre se me escapaba. Esta vez fue United.

Y empezó la cuenta regresiva. La cuenta regresiva para saber si mis vuelos eran aprobados o no. Solamente había comprado la esperanza de volver a volar.

Mi vuelo no fue aprobado.

Aunque sabía que me podía tocar, la ilusión y las ganas esperaban un resultado diferente.

Cuatro días antes de que mi vuelo no volara, aprobaron otros más (el mío no), Madalina seguía intentando ponerme en otro vuelo y yo empecé a llamar a la aerolínea. Horas en línea junto con el resto de los que estábamos en la misma.

Entonces hice el último intento. Y fue magia.

Gracias, Andrea. Me regalaste volver a volar. Y volver a volar a mi lugar en el mundo.


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